“A fines de junio del 2021, casi 2 millones de niños habían perdido a su madre, su padre o su abuelo o abuela que estaban a cargo de cuidarlos y que vivían con la familia”
Por Eduardo Sánchez. 31 agosto, 2021. Publicado en El Tiempo, el 28 de agosto de 2021.Laura Rawlings y Susan Hillis publicaron, en el blog institucional del Banco Mundial, un artículo denominado “Los niños: la pandemia oculta del 2021”. El contenido de este documento llamó mi atención por la siguiente afirmación: “…a fines de junio del 2021, casi 2 millones de niños menores de 18 años habían perdido a su madre, su padre o su abuelo o abuela que estaban a cargo de cuidarlos y que vivían con la familia”. Conociéndose que, a nivel mundial, el número de muertes por el COVID-19 es equivalente a más de 4 millones de personas, Rawlings y Hills afirman que “…por cada dos adultos que muere a causa del COVID-19, un niño se queda sin un familiar que los cuide”.
En valores relativos, Perú es el quinto país, a nivel mundial, en número de huérfanos por el COVID-19. Esta información realmente golpea nuestros corazones. No obstante, no debería paralizarnos, sino por el contrario, como padres de familia debería también obligarnos a tomar acciones al respecto. En línea con el artículo de Rawlings y Hillis sugiero: prevenir, preparar y proteger.
Prevenir. No bajemos la guardia en ninguna circunstancia. Si nos corresponde vacunarnos, hagámoslo; si tenemos la oportunidad de viajar para recibir la vacuna, hagámoslo. Las personas que no se vacunan teniendo esa posibilidad muestran un desprecio inconcebible por la vida. Sin embargo, aclaro, debemos ser conscientes de que la vacuna no es un escudo invisible e infalible; es una herramienta que junto con la prevención puede evitar la muerte de nuestros seres queridos.
Preparar. A nadie le gusta pensar en negativo, pero hay situaciones en las cuales una correcta preparación ahorraría muchísimo sufrimiento. Bosquejemos un plan a seguir, en caso de contagio o fallecimiento; e incluso, dependiendo de la edad de nuestros hijos, compartámoslo con ellos. Definamos roles de familiares cercanos y lejanos, definamos fuente de financiamiento en caso sea necesario. La preparación es una etapa importante en la gestión de desastres; y esta pandemia que nos aqueja es el peor desastre que la humanidad ha vivido en siglos.
Proteger. Los hijos son un regalo de Dios, protejamos este maravillo regalo. Si está en nuestras posibilidades, tomemos ahora decisiones que los protejan después – en una eventual ausencia nuestra. Por ejemplo, adquiramos seguros de vida, que podría permitirles culminar sus estudios, emprender un negocio, etc.
Para culminar, preciso que, mientras más cuidado pongamos en la prevención, menos actividades de preparación y protección serán necesarias. No olvidemos, por supuesto, que la oración es infalible en estas situaciones.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.